Un hombre seguro Livio Brenes y su trabajo de hormiga por hacer de la seguridad una necesidad

Para Livio Alfonso Brenes Aguilar, desafiar pronósticos es un don. Sin saber nunca la causa a los tres meses empezó a convulsionar y los médicos dijeron que no pasaría de los tres años. Hoy tiene 35 años y dos décadas exactas de su último episodio. Y lejos de reclamar por ello, agradece lo que aprendió: hacer de la seguridad su forma de vida.

La fragilidad de su salud obligó a duplicar los cuidados a su alrededor. No se podía golpear, caer, agitar, correr, desvelar o alterar su rutina. Cualquier cosa podría provocarle una convulsión; siempre había alguien cuidándolo, pero también él aprendió a mantenerse a salvo. “No era mimado sino sobreprotegido, fui tratado con mucha seguridad”, apunta con tino este ingeniero industrial.

Su fe cristiana también es herencia de esa situación. Su abuelita le ofreció al Niño Jesús de Praga que él daría su Primera Comunión con humildad en la catedral de Jinotega. Tenía diez años y nunca más volvió a tener un episodio.

Su familia ha sido su escuela. Su padre era de Masaya, bailarín, querendón y contador de historias como buen taxista; su mamá es jinotegana, experta en ventas y entre sus méritos destaca haber resuelto todos los ejercicios del álgebra Baldor. Su abuela materna fue su guía. A los 40 años pagó un profesor para que le enseñara a leer y a escribir, así que el esfuerzo le viene de casta. Y la devoción también. Su familia lleva cien años de celebrar a la Virgen de Guadalupe de forma ininterrumpida.

Canta y baila con soltura, pero sobre todo sin pena alguna. Fue parte del coro de la catedral de Managua y confiesa que si no fuera minero “sería cantante de ópera, aunque me muriera de hambre”, dice mientras ríe.

Esfuerzo a cambio de resultados 

Su vida laboral inició en Rotocas y luego se trasladó a Tropigas donde en tres años logró  regularizar sus normativas y que obtuvieran reconocimientos a nivel nacional.

Llegó a Bonanza en 2015 y pensó que no duraría. Tenía 26 años, nunca había salido de su casa y la nostalgia lo estaba ahogando. Lloró diario por tres meses seguidos y sola una cosa lo detuvo: la vergüenza de salir con la enorme maleta que llevó con todo lo que pudo. “No me atreví a salir cargando el maletón”, dice en carcajadas.

Comenzó como analista de SISO, luego pasó a sistemas de gestión y a los cinco años, mientras era coordinador TPM, fue designado para trabajar la gestión de riesgos críticos de la mano de DuPont. En 2020 fue nombrado jefe de seguridad enfrentando una pandemia y el desafío de las certificaciones ISO 14001 e ISO 450001, uno de los logros que más le enorgullecen. Este proceso fue la antesala para un nuevo peldaño profesional: la superintendencia de SST a la que ascendió en 2021.

Este 2024 fue nombrado Gerente de Salud, Seguridad y Medio Ambiente o HSE (Health, Safety & Environment por sus siglas en inglés). De todos estos desafíos profesionales confiesa con franqueza que el más le ha costado es “frenar mi impulsividad y mejorar no lo que digo sino cómo lo digo, algo en lo que sigo trabajando hasta tener los resultados deseados”, apunta.

Histórico

Un triunfo contundente es lograr dos meses sin accidentes en los procesos de mayor riesgo, lo que representa 84% en reducción de la accidentabilidad y un récord sin precedentes en la historia de Mineros Nicaragua. Esto lo alcanza tras la puesta en marcha de la campaña Juntos nos cuidamos liderada por su persona, algo que hace diez años no habría creído.